El Poema

Él:

Te miro

sin fin

en lo breve

Ella:

Te veo

entre los rincones,

tan solo el anhelo de ti,

un deseo oculto

en un tiempo seguro,

la palpitación de un instante,

el extraño sentir de un principio

Él:

Tengo la fe de un refugio,

una fogata y su luz descubierta

en los espacios de hoy,

un simple calor furtivo

que se despliega en tus ojos,

en sus mejores escondites

Ella:

Tu geografía se derrama en mi cuerpo

con olores de pasión

de ilusiones antiguas convertidas en un aroma de vida,

la expresión salvaje de mis motivos

en un tiempo secreto,

mi vigilia de ti

Él:

Solo me encuentro aquí,

en las sombras de ahora

con sencillas formas del roce

te tiento, te abrazo,

te espero

y te da por ser novia en mis dedos

me abrazas

en estrechos mordiscos

que la prisa dejó abandonados

Ella:

Soy mujer tornera,

sensible niña,

¿acaso no lo sabes?

soy salvaje potra

de los vientres cabalgados,

dueña de las formas

y los ángulos,

madre y hembra

escondida en el rocío

y ya no puedo más,

ya no puedo más con

esto,

lo posible

y lo que quiero

Él:

Nos encontramos sin querer

con edades imaginarias,

en habitaciones sin muros,

como un antiguo sendero ambiciona sus pasos,

indómitos,

en esquinas de puro silencio

te exudas,

te enamoras con tus secretos,

en los tiempos de la danza

y su quehacer

Ella:

Me toco,

te descubro

y no sé nunca tampoco si te veo,

con mi empeño

de mirarte de saberte

Él:

Dentro de mí la pulsión

ancestral

me abre nuevos ojos en ti

me encuentro

con la plenitud viril ya

expuesta

a sus aguas vivas,

a sus espasmos al sol

me inquieta entonces

tu cuerpo, tu rostro,

los gemidos

de finalmente quien eres

nos desnudamos

con la esperanza de la muerte

Ella:

Apúrate, ven a mí

atesorado de arcanos

erguido

y lleno

déjame tocarte

y frotarme con la carne palpitante,

derramarte mi mucosa en un solo descanso,

esta humedad extraña que me aqueja

ven

hazme cauce y textura

entrañable

con tu boca y tu lengua,

destrúyeme las cuencas

la vida

encuéntrame el pasado,

tal vez mi más profundo secreto

Él:

Me excito en algo nuevo,

desde adentro,

porque indagas tu sosiego de abandono

Ella:

No te entiendo

no entiendo lo que quieres

no te entiendo

solo tengo nuevos labios sutiles

olorosos

una nueva entrada

desenterrada y mía

suave y fémina

cáliz de sonrisas y lamidos

una copa interminable,

mordida en su abertura

Él:

¿Qué quieres, cuál es tu codicia?

me bastaría tan solo el ardor de una nostalgia,

en esta lánguida insolencia y su frescura,

un despejado y preciso recuerdo

aquí

tal cual eras

como antes del olvido

Ella:

Solamente sentirte y sentirme

simple

como un cántaro encontrado en la tierra

descubierta,

divulgada,

atrapados en una sencilla mirada

Él:

Me buscas en la piel que se deshoja calle abajo,

de tanto irse por las horas

en orillas, de vago silencio

en la húmeda herrumbre

hasta encontrarnos donde sea,

sorprendidos en los pasos

con azules contornos

te observo entre las horas

¿como si estuvieras de vieja

de siempre, de nunca

acostumbrada a huirte

y llegar a un desorden salvaje

sin razón, sin años?

sin espacio, sin tiempo ni territorio

y resbalarnos luego

desde una estrella

Ella:

Mi apego es tu obsequio

recogerte

y sentirme los huesos

calados

con una embriaguez a cuchillos

sentírselo todo y de golpe,

como irte de casa con la luna oscura

en un cuerpo más nuevo,

mas bueno

mi certeza perfecta

mi nostalgia

mi confianza escondida

Él:

La rosa que silencia al tiempo

Ella:

Partí aquella vez

con mis pechos rizados

por extrañas manos,

y amanecieron a gritos ciegos

ay, se mueven,

se mueven

se encogen

en su costumbre inmemorial

se destrozan en soledad

Él:

Vamos a un rastro olvidado

en el aire y la historia

con la suave transpiración de la niebla

a la sangre de un sueño

a un espejo,

al agua del silencio

mi cuerpo resucita en espacios insólitos

con enajenadas convulsiones nuevas

me destruyo en tus formas

me alimento

con tu pubis rosado

Ella:

Sigue,

sígueme,

al silencio del corazón

introdúceme más

tus dedos,

hasta el vértice rizado de toda esta desnudez expuesta

en el confín de mi oquedad

suavízame el capullo inflamado de mi grano

en una sola quietud

caliente y de blasfemia

como una furtiva dueña de mis límites,

solo recoger las últimas huellas de este enigma

parte a parte

como una recompensa a mis breves extensiones, salpicarme

con los jugos de mi noche

Él:

Me propongo conquistarte,

penetrarte en tu última memoria

tal cual eras

como antes de extraviarte

sentirte inmóvil,

precisa

arrojada bajo la luna cavilosa

y hacer de ti un retrato

porque sé que te vas

desnuda,

y que te vuelves

Ella:

Tengo pupilas,

nuevas formas,

maneras que tienen hambre

se levantan sobre un océano inclemente

como estatuas paridas de esta sal

Él:

Solo quisiera entenderte,

destruirme,

ocultarte entre mis ojos

con tu verdadera geografía

pero te pareces a ti misma,

a tu abandonada historia en la penumbra

que olvidas

y recuerdas

Ella:

Divagas

no me entiendes,

no me entiendes,

no me sirven las palabras

tan borrosas

tan austeras

tan incierta la esperanza

solo hundirme en tu volumen

a tu manera

a mi manera

algo simple,

una promesa sin rostro

Él:

Mi propósito en ti

es la conciencia de una llama,

permanecer

en el simple tacto de un olvido

me atesoro en los relieves,

en tus hendiduras mojadas

y sus gritos descubiertos,

en tu velado mundo clandestino

Ella:

Me siento urgente

algo nuevo en mí

se derrama entre mis espasmos

la noche, tan mía

huye sin defensa alguna

entre las sombras

Él:

No hay otro lugar del mundo

que no sea éste,

que permanezca sin mesura,

donde no exista el delirio de los años,

las facciones borradas

la extrañeza pura

de nuestra victoria

los cuerpos descubiertos

y su embriaguez ardiente,

de siempre

bajando por los ríos del sudor

Ella:

Ya no hay tiempo,

ya no quiero llegar a ningún sitio,

solo abandonarme

en estos cuerpos fundidos,

que viven y mueren

su locura plena

aquella conciencia luminosa

que inunda mis sentidos,

la totalidad de estos momentos,

ya no hay tiempo

Él:

Estoy endurecido hasta el abismo

en los parajes de la vida y de la muerte

firme de arcilla y de metal

Ella:

Necesito refrescar mis gruesos labios

abrasados con el licor de tus besos

en una pausa de inocencia

saber que existes de nuevo

por fin

de una forma precisa

Él:

Tus muslos blancos

son las columnas de tu vida,

guardianes de la entrada del templo

de las montañas claras

y sus profundos misterios,

el camino del medio

y su término sagrado,

el descanso final en aquel altar

tranquilizas mi frente con ecos flamígeros

que ruegan la apertura del sol

a tu desahogada danza ígnea

yo te ofrezco mi fuerza vital

el agua que da la vida

Ella:

Me siento infinita hoy,

aquí,

con mi matriz de ardor,

sedienta de miríadas de luz

y la vida en cada instante,

te recibo con el eco de los siglos

la danza que vivo

en este fecundo vaivén

Él:

Tu nombre me llama,

aunque no tienes nombre

me evoca el albor,

el espontáneo crisol de tu vientre,

y tus sensaciones de mujer,

las formas arcanas de los cuerpos

guardados en el fondo de la tierra,

unidos, uno sobre uno,

enterrados por milenios

me evoca la tierra,

la semilla abierta al Universo,

mis accesos de fuerza,

el espíritu de tu generación

Ella:

Me nombro ahora por ti,

me deifico

con el fruto de tu trabajo,

por el trigo plantado

debajo del sol

soy solo una mujer forjada

para ti,

con los ojos de la vida,

con los párpados abiertos

a mi erotismo insaciable,

a mi exquisito placer

Él:

Me complace tu sonrisa escarlata

que nunca logro descifrar,

fémina y atávica,

tu abertura simple

y el descontrol de tu cuerpo

incógnito,

el alivio de tu rostro

me complacen estas bocas

entrelazadas

con urgencia inmediata

y mis ojos olvidados en tu vientre

a la luz de todas tus lunas,

cuando mi estómago palpita

y me encuentro debajo de ti

Ella:

Me encuentro afuera de mi vanidad

con la razón de la desnudez

mi naturaleza conoce la tierra, las piedras y los ríos,

el absoluto silencio de la vida

y el dolor crepuscular del corazón

soy la existencia pura,

y te conozco desde siempre,

vida mía,

lánzame tu apremio,

tu substancia, de una vez,

soy la diosa de los desfiladeros,

el amparo de tu cuerpo y su prodigio

Él:

Me desplomo en tu espacio

a la espera de tus movimientos

y a la entrega de la oscuridad

de tus entrañas,

con sus puertas de otro mundo,

desmayado,

en tu pánico incesante

rosa fértil, encanto,

ya no sujeto más esta extraña pulsión mágica

que quiere salir de mi capullo

Ella:

Todo está detenido

la luz indecisa,

en el arca sin fondo de la vida

la embriaguez fértil de tu sonrisa

te beso entonces de nuevo,

te recorro sin verte

con mi boca expuesta,

que ya no cesa,

repasando el sabor de tu cuerpo

en todas sus salidas,

las proporciones cambiantes

de este mundo extraño

y nuestro

Él:

Cada ensueño, cada esquina

es un ímpetu,

la fantasía invisible de una pausa nueva,

un esfuerzo audaz debajo del sol

y en la luna quieta

la inspiración inmóvil de este simple abandono,

este espacio de ti,

mi boca abierta,

tus bocas

tus mordidas suaves

y la voz tuya,

este efímero tiempo que traigo contigo

Ella:

Ven

ahora

en tu agónico lamento

de extravío

soy tierra fértil

y parición

Él:

En ti,

para ti

Ella:

ay juntos

callados apenas

inciertos

te mueves

apenasde nuevo

te mueves te mueves

Él:

hasta, hasta

hasta

ay, en ti

porque hueles a mi afluencia

a tus turbados perfumes de loba reclinada

Ella:

Abrigo el horizonte de tus fronteras,

los espacios posibles

eres padre

piedra

y te forjo en la tierra prodigiosa,

la fecundidad debajo del sol,

en la roca más antigua y modelada

de tus hijos que te nombran

y señalan

el agua pura cae entonces

entre mis piernas

y corre hacia una vida misteriosa

a su propia abundancia

Él:

Me inunda el sosiego,

la tregua,

tus ojos maravillosos

como dos gotas de agua recogidas del río

y el tiempo

riega su estancia en mis profundidades

más allá del umbral salvaje

de una vida cualquiera,

en este caso ahora tuya

y solo para ti

yo me quedo entonces simplemente aquí

estático,

renovado en la materia de tu lugar sagrado,

el cuerpo estampado con tus labios,

calientes y certeros

que se cambian de lugar

Ella:

Descanso en mi naturaleza,

en nuestro secreto,

señalada y tibia

con el gozo húmedo en mí

Epílogo

La vida cumple su designio

el fulgor,

el sol en la tierra

dueños de sí mismos

ellos danzan,

llenos

los ojos se abren

se restituyen,

en manantiales de vertiente

pura,

en este ahora

pregonan su reciente secreto

con sus cuerpos nuevos

amanecen

ya conocidos

En estas palabras dichas entre un hombre y una mujer, existen escondidas también las palabras divinas entre Dios y la Diosa.